sábado, 15 de mayo de 2010

Las verdades anticipadas


Las 10 de la noche y el calor era notable en su rostro, se podía adivinar que llevaba más de 2 cafés esperando y los 20 cigarrillos lo corroboraban. Vistazos al reloj y a la puerta, se angustiaba cada vez más, tomaba el celular y lo volvía a dejar.
Me acerqué y le ofrecí un cigarrillo, lo tomo , me sonrió y me invitó a su burbuja.
Le dije, ya llegará y me dijo, él no llegó; le sonreí y pedí dos cervezas.
Decidimos pasar al interior del restaurant hacía más calor pero en si la compañía ya era más calida para ambos.

-En realidad no sé que esperan de uno, dijo.
-La verda no mucho y a la vez todo, le dije.
-Bien dicen que ustedes sólas se entienden, dijo.
-No, así no funciona, no queremos entendernos solas, pero tampoco queremos que nos entiendan tanto, es cuestión de complicidad, de compañía, afinidad y respeto, le dije.

Pasaron amenamene 50 minutos, 5 cervezas, 15 delicados y 200 pesos de cuenta.
Nos despedimos sin preguntar nombres, sin dar números telefónicos, sin dejarle toda la cueta a él ni toda a mi, si un "te marco en la semana" . Simplemente dijimos adiós, nos dimos un abrazo largo y fuerte en el cada uno absorvimos la energía nostalgíca que esa noche nos llevo a ambos a ese lugar, esperanzados de conocer el manojo de dudas que encontrabamos en nuestros respectivos amantes. No logramos el cometido con el que nos dirijimos a ese lugar bochornoso, pero nos retiramos más humanos, más sensibles, más sabios y más puros. Porque por primera vez no terminé besandome con un chico en su coche, por primera vez no tuve que venderme para atraer una atención innecesaria y por primera vez compartí la voz viva de una enamorada de la vida y las letras y cómo siempre lo he dicho, una enamorada de un cerveza y un autor leyendome. Y él sólo me regalo sinceridad confusa, una sinceridad que jamás había conocido en un caballero y eso fue posible porque ninguno de los dos teníamos intereses por el otro.

Finalizó con una pregunta que friamente contesté: -¿Crees en el amor a primera vista?
-Creo en la lujuria a primera vista...le respondí.

martes, 11 de mayo de 2010

Hablando de software y proxys


En repetidas ocasiones no puedo evitar recordar cuando estábamos en su cama de antaño, desnudos; quizá yo más tímida y sigilosa que él, pero aún así entregándome al momento de placer que decidimos extraer del final de la noche.
Y justamente estando en mi salón de clases un pequeño electroshock se encargo de remontarme a esa noche y a sus caricias, a su cuerpo húmedo sobre el mío y sobra mencionar la delicia experimentada que él causaba en mí ser mientras me penetraba conscientemente. Lo primero que pude hacer fue acariciar mi cuello para disipar el electroshock y tratar de regresar a la realidad con un sorbo de agua helada que por fortuna cargaba conmigo.

Todo cayó cuando seguíamos hablando de software y proxy, pero no pasaron más de 2 horas para volverlo a traer a mis pensamientos. Recordar sus manos que se movían hábilmente incluso más rápido que su mismo ritmo cardiaco. Lo agridulce del sabor de su saliva, su lengua, su aroma, la manera en la toma mis caderas y conoce el punto exacto en dónde colocarlas, en realidad prefiero no hablar para no romper el idilio sexual en el que me sumergió todas esas calurosas noches.
Recordé también la transpiración de mi amante, como se mezcla con la transpiración misma, sentir la humedad provocativa del torso sobre mis bellos senos, y es ahí cuando me obliga a ir más allá y extraer más de ese placer en el que nos perdemos por unos instantes olvidando toda cordura.

No sé qué fue lo más placentero al final, si el trago que le di a la cerveza, si el cigarro que fumé al pie de la ventana con mi cuerpo expuesto a los transeúntes, o el abrazo en el que dejé reposar mis energías para en un momento más retomar la acción.
Y en el momento que comencé a vestir mi débil cuerpo excitado aún, recordé esa canción de Jarabe de Palo, y le grité: “no te duermas que no hemos acabado”; sonrió y supe que esa noche no volveríamos a dormir.
Sí todo eso vino a mi mente sintetizado en un par de minutos y con una boba sonrisa al vacio, gracias que no pienso en voz alta sino más de una y uno hubiera entrado en el mismo trance que estaba yo recordando a mi amante.

No era Feo


Sí, no he dormido desde el día de ayer la resaca se siente con furia y los ojos están peor que cuando una buena dosis de cannabis ingresa a mi sistema nervioso. No fue nada fuera del otro mundo, amigos, risas, alcohol al mayoreo, nicotina y alquitrán sin moderación y la insípida pero bien reconfortante compañía de un hombre fornido que con sus musculosos brazos apresaba mi cuerpo contra su torso y respiraba con agitación cerca de mi oído. Por más alcohol que consumí no accedí a sus bajos instintos; entre risas briagas del fortachón y sus notables palabras lujuriosas traté de escabullirme ilesa de su pasional comportamiento. No fui grosera en ningún momento, pero marqué muy bien mi límite como la conservadora dama que soy.

Siempre he creído que la ciudad está repleta de una sociedad doble moralista y por ende no puedo mantenerme exenta de tal clasificación. Sí aquellos brazos y aquellas palabras sucias hubieran provenido de mi amante en turno no hubiera dudado en arrastrarlo al rincón más discreto y lo despojaría de su camisa; me saciaría de ese sabor tan ácido que me provoca llevarlo a lo más profundo de mi interior, pero no fue así estaba acompañada de un buen tipo, no lo niego, no era feo, pero no tenía esa rarees por la cual tiendo a inclinarme, entre otras cosas, cuando estoy en busca de un buen acompañante, pero aún así me di la oportunidad de dejar que me cortejara y me alagara con palabras estúpidas de puberto; un abracito discreto o tomarle la mano por unos instantes fueron las armas para que el tipo vaciara su billetera en mis caprichos.

No sé hasta qué grado estoy dispuesta a dejar de lado el hecho de que las conversaciones con mi mamado pretendiente sean banales e intrascendentes, con tal de alejarme de esos vicios amorosos que sólo me traen confusión e inseguridad, que sólo hacen desvariar mi estabilidad emocional. Con este nuevo hombre sé que tengo seguro a un novio que agradará a mis padres, que me llevara a sitios caros y me presumirá con sus demás amigos como su novia o su trofeo.
Un poco de autoestima no me caería tan mal.

Ella


Y ahí estaba yo desnuda en cuerpo y alma, reclamándole cada uno de los suspiros de los que él fue responsable. No obtuve ni un gesto de amabilidad sólo besos y más besos y yo con el cuerpo hastiado de su saliva y sus mentiras. No es recomendable inmiscuirse en las telarañas mentales de una mujer inestable. Ambos nos usamos mutuamente no lo niego, pero como ya es costumbre uno sale perdiendo y esta vez, de nuevo, fui yo.

Le dije ¿qué te vas de viaje? Llévame no soporto más la ciudad y el humo de tu cigarrillo ha colmado mis ansias de arrancártelo de la boca y apagarlo en tu lengua.
Por la ventana vi pasar a un extraño que se que me ama más que tú. No sé si es la acidez de mi humedad lo que ahuyenta a mis amantes.

No tengo por qué desmenuzarme el alma por tu insensible tacto con las demás, si merodeas mi mente día y noche y logras colarte por un par de lagrimillas que vienen a afirmar lo que ya estaba dicho. Y llorar no me servirá de nada y el piano viene a ser el amante que tú nunca lograste ser, pero lo peor es que no hay amante como tú. Si ver tu foto me florece el alma y me da aliento para salir del rincón de miedos, y ver tu indiferencia me hace regresar apresurada al nido de angustia del que no debí salir jamás, porque quitaste una de las mil capas con las que me cubrí hace años. Aún así debo confesar que es exquisito escucharte decir que mueres por hacerme el amor.