Estamos en el 10º piso, el viento golpea los ojos y estos lloran, estamos tomados de la mano me ha dicho te amo, pero no me mira, no lo necesita. Suelto su mano y sólo le tomo el meñique, sonríe. Se sienta en el filo del edificio, temerosa lo acompaño, dejo caer mis zapatillas y caen en el cofre de un auto, los dos nos reímos, me quito el abrigo y también lo dejo caer, Ernesto tira sus gafas seguido de su bufanda, hemos entrado en trance, no paramos de carcajearnos. Tiene una risa tan exquisita y su voz tan grave como de gruta, eriza aún más la piel. Me encanta que sea tan alto y sus hombros anchos lo hacen ver sumamente sensual. Le he quitado la playera y él me la arrebata sólo para lanzarla al precipicio, me besa tiernamente. Me quita la blusa, pero me mira sigiloso esperando un reproche de mi parte, me encojo en hombros y decide lanzarla. Son las 6 de la tarde y en Guadalajara oscurece temprano, es diciembre y ya está helado. Permanecemos en el edificio hasta las 7, ya nuestros labios están morados y nuestros pezones no pueden estar más erectos. Ernesto decide besarme pasionalmente, en sus manos cabe mi enrojecido rostro, a pesar del frio azotador me encuentro tan cálida envuelta en sus desnudos brazo, puedo sentir su corazón latir con más rapidez. Tomamos nuestra bicicleta y seguimos el camino hasta casa. Hemos llegado llorando del frio y de la risa que nos ocasionó pedalear hasta nuestro hogar semi-desnudos. Corrimos a nuestro colchón y nos abrigamos; me levanté media hora después y preparé té, lo bebimos mientras conversamos horas y horas, nos quedamos dormidos. Fue un lindo domingo, amo a Ernesto y él me ama, somos neutros, transparentes, somos novios.
2 comentarios:
Excelente historia hasta cierto punto concuerda con esa admiración de colores que tuvimos en la azotea del estacionamiento aquella vez. Claro no fue sexual, pero vaya que sí fue placentero :) e insisto amo tus fotos
Mil graciiias Iván, y si la historia ocupò ese escenario en mi mente :D
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